¿alguna vez haré historia? ¿quedará plasmado mi nombre en un libro hecho para acumular polvo mientras frente a el la vida continúa inventando detalles indescriptibles que la hacen apasionante? Solo espero poner la atención en lo que vale la pena.

sábado, junio 10, 2006

Modelos

El modelo. Palabras que, durante estas semanas de paro en los secundarios, han surgido mucho cada vez que dejamos un pelito de lado la acción efectiva, y nos dedicamos a pensar un poco más a fondo. En particular, supongo que por la tendencia de mi universidad, en foros que he asistido, siempre se termina atacando “el modelo”. Precisemos, en este caso nos referimos como modelo, al modelo económico neoliberal, que finalmente es lo que determina el resto de los modelos, en particular el educacional. Pero siempre se habla del modelo como si fuera un ente totalmente abstracto donde, por acto mágico se concentra todo lo malo de una sociedad (sociedad: también suele abordarse como algo ajeno y abstracto), y por lo tanto es lo que debemos atacar.

Sin embargo, me interesa reivindicar el vocablo “modelo”, esencialmente porque toda la ciencia funciona en base a modelos, y podemos ir aún más allá, nos planteamos ante la vida en base al modelo con que entendemos su funcionamiento… Entonces:

¿Qué es un modelo en sentido estricto?
Un modelo es una abstracción de la realidad, donde centramos la atención en aquellos aspectos de ella que nos parecen más fundamentales, y obviamos aquellos aspectos que nos parecen insignificantes (es decir, si esos factores insignificantes cambian, nada importante se ve alterado).

Por lo mismo digo que vemos la vida a través de un modelo. Al hablar de cosmovisión (o incluso al hablar de paradigmas), también hablamos de modelos. En mi caso, mi modelo atribuye una importancia radical a Dios (para mi, el hombre queda definido por la existencia de Dios, y su diferencia con Él), a la Biblia, al pecado, a mi mismo, a la gente cercana a mi, al tiempo, a la ciencia. Y atribuye una importancia insignificante a la farándula, a la pobreza en África, etc. Naturalmente los modelos son dinámicos, lo que hoy me parece irrelevante en el futuro podría tornarse clave y viceversa.

Además yo trabajo con modelos matemáticos. Tomo un sistema y uso las matemáticas para describirlo, elijo variables y parámetros, jerarquizo y escojo aquello que me interesa, luego sigo (o construyo) los procedimientos que me lleven a obtener las respuestas que me parecen interesantes.

Un buen modelo es aquel que describe fielmente la realidad. En los modelos matemáticos, además de buscar una descripción fiel de la realidad, exigimos que tal descripción sea simple, es decir con la menor cantidad de variables posible (pues incluir más variables suele complicar los problemas de manera increíble). Entonces debo ignorar el máximo de elementos, pero sólo hasta que conserve razonablemente la fidelidad con la realidad. El eterno problema de hacer más con menos, así funciona la naturaleza. El perjuicio de esto es que debemos decidir qué es lo importante, y qué no lo es.

Por lo tanto “el modelo” y en general cualquier modelo, se sustenta en lo que su gestor pensó sería importante, y qué no.

Me preocupa mucho algo que percibo frente al modelo económico neoliberal, sobre todo en quienes lo apoyan, pero demasiado también en quienes no lo apoyan: Es la certeza de que tal modelo llegó para quedarse, es lo que nos tocó y no habrá más en la humanidad. Aunque a mi tampoco se me ocurre por donde podría alterarse (Interesante ejercicio sería comprender en detalle sobre qué supuestos se funda, qué prioriza y qué ignora).

Pero tengo una certeza. El modelo neoliberal no es lo último que verá la humanidad (a menos que Cristo venga muy pronto). Y lo digo con propiedad pues ningún otro modelo, ya sea económico, social o político ha sobrevivido demasiado. Estoy seguro que viviendo otros modelos la gente pensó que no habría nada distinto, pero finalmente llegó. ¿Hay algo que garantice la permanencia del actual modelo? Nada en absoluto. Simplemente vivimos el tiempo en que no ha surgido la nueva idea. Cosa de tiempo.

Quiero terminar repudiando referencias demasiado abstractas a ciertos conceptos.
“La sociedad”: La sociedad no es algo externo y malo. Somos la sociedad, y si algo malo tiene, son los hombres que la componen. Si queremos una sociedad mejor, debemos matar a todos los hombres, y sustituirlos por máquinas.
“El modelo”: Recordemos que en un modelo económico (o social) buena parte de las suposiciones deben hacerse acerca del comportamiento de las personas. Es decir, el modelo se sustenta en nosotros, y por lo mismo, es nuestro comportamiento lo que determinará si el modelo prevalece o no.

martes, junio 06, 2006

666

6 de Junio de 2006, a pocos días de mi cumpleaños, me permito pensar en cierto revuelo que puede o no causar tan memorable número.

Hace 2 o 3 días me llegó un correo, de alguien cristiano que aún no se bien quien es, donde enfatizaba lo terrible de la fecha, que se harían actos satánicos y suicidios colectivos alrededor de todo el mundo. Está por verse.

Si de verdad ocurre así, sería muy triste. Siempre es triste que gente muera, o que gente camine sin sentido por la vida (muerta en vida).

Pero no menos triste es ver como aún es posible ese nivel de supersticiones absurdas, sobre todo en gente que debiera tener una mirada distinta de la vida y con ella colorear la sociedad, esto es, de los cristianos.

Recuerdo que alguna vez una amiga me comentó una lectura sencilla pero bien interesante acerca del numero de la bestia, el 666: Si hablamos de números en la Biblia para nadie es un misterio que el 7 es uno de los claves, ligado a la perfección, a Dios. En ese sentido el 6 tiene la connotación de imitación, de intentar ser 7, pero no alcanzar (de hecho, en el Apocalipsis, muchas de las imágenes de Satanás lo presentan como el constante imitador). Y así como el 7 es divino, el 6 es humano. Por tanto 666 es humano humano humano. Humano al máximo.

Esta lectura me gusta mucho, pues creo que todo el mal al que estamos expuestos, sobre todo viene de nosotros mismos (ya lo dijo Jesús, lo que contamina al hombre no es lo que entra, sino lo que sale). Y es el dilema, debemos vivir lidiando con esa maldad intrínseca. No por nada necesitamos de Cristo como la ayuda externa, la única capaz de librarnos.

Por eso me parece triste la superstición frente al 666, pues es simplificar demasiado el problema, dejarlo fuera de nosotros y ponérselo ¡A una fecha!