Noemi Canales* y su legado

Muchas veces he pensado en el legado, ¿qué queda al concluir una vida?  y de ahí podía pensar, bueno, los libros escritos, los arboles plantados, los hijos, películas o canciones realizadas, trabajos científicos. Cosas, cosas muy concretas, “objetos” que aportan algo a la historia. Pero la hna. Noemi parece dejar muy poco, y es más que suficiente. 

Quizá un problema, o un vicio, de la historia es hacernos creer que sólo unas pocas personas han contribuido al mundo que hoy tenemos. Notoriamente no es así. Los grandes “avances” de la humanidad, así como las grandes tragedias, han sido propiciados por largas e intrincadas cadenas de sucesos, e incluso de motivaciones afectivas, que engloban multitudes de personas que es imposible nombrar en detalle. Esto puede darle un poco más de sentido a aquellas lateras e interminables listas de nombres mencionadas en algunos libros de la Biblia (principalmente en el antiguo testamento, o en el primer capítulo del evangelio según Mateo), que usualmente evito leer. Quizá son una respuesta contracultural a la forma héroe-céntrica de escribir la historia tradicional.

Al pensar en la hna. Noemí me resulta claro que no es necesario hacer grandes cosas para ser recordado (esto es un calmante a mi sed enferma de trascender a través de “algo concreto”). Basta simplemente SER persona, y ella fue una gran persona que nunca será olvidada.

*Noemi Canales fue una muy querida (aunque no tan cercana) hermana de la Iglesia Bautista a la que asisto. Fue también la mamá de Juan Luis, todo un personaje. Murió el 10 de junio por la mañana, luego de largos años de lucha contra el cáncer.